La anatomía y el funcionamiento de la pelvis femenina sigue siendo una gran desconocida. En los últimos años, parece que se empieza a investigar y estudiar. Y es que incluso hoy en día, en pleno siglo XXI, sigue siendo una parte ignorada de nuestro cuerpo.

Y eso que fue en 1948 cuando un doctor llamado Arnold Kegel nos enseñó a las mujeres cómo contraer esta musculatura y mostró por qué era importante conocerla, sentirla y moverla. Nos habíamos desconectado de esa parte de nuestro propio cuerpo creando una zona tabú. Nadie se atrevía a hablar, tocar, ni mirar lo que pasaba ahí abajo, y esto supuso que se invisibilizaran patologías y disfunciones que ocurrían en la pelvis haciendo que la sociedad considerara normal la incontinencia urinaria, los prolapsos, la sequedad vaginal y todas las alteraciones relacionadas con el periné.

Unido a este silencio, la mujer empezó a integrarse en el mundo laboral y deportivo. Y el problema es que las mujeres hemos entrenado igual que los hombres, buscando los mismos objetivos estéticos que se nos han impuesto, pero sin tener en cuenta que nuestro cuerpo es totalmente diferente, y que además de las funciones fisiológicas básicas tiene una gran capacidad, la de generar vida.

El suelo pélvico, es un conjunto de músculos, ligamentos, tendones, tejido conjuntivo, vasos y nervios que se encuentran en la parte inferior del tronco, es el fondo de la pelvis. Nuestro suelo pélvico es móvil, se adapta a los movimientos del cuerpo, y debería ser entendido como un músculo igual que los demás.

Es curioso como por lo general, empezamos a ser conscientes de esta musculatura en el embarazo o posparto, y casi siempre, cuando sospechamos que algo no empieza a funcionar de la misma manera que lo hacía antes. Y ese, es el principal problema.

Todas las mujeres, estamos sometidas a demasiados factores que pueden afectar de alguna manera al buen funcionamiento de nuestro suelo pélvico. Estrés, deportes de impacto, estreñimiento, sendentarismo… La solución no es esperar a que el cuerpo nos de un aviso, sino prevenir. Tomar conciencia, conocer nuestro cuerpo, aprender a cuidarlo, porque la buena noticia es esa: el suelo pélvico también se ejercita, pero ahora, vamos a empezar por el primer paso, TENERLO EN CUENTA.

 

BEATRIZ CAMPOS CASARES

Fisioterapeuta especializada en uro-ginecología y embarazo.